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Catedral de Jaén

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Catedral de Jaén – Santa Iglesia Catedral de la Asunción de la Virgen

La Catedral de Jaén se localiza en la Plaza de Santa María, frente al Ayuntamiento y a pocos metros del Palacio de los Covaleda Nicuesa, Palacio de los Vélez y del Palacio Provincial de Jaén.

Se alza sobre el solar de la mezquita aljama de la ciudad, transformándose en templo cristiano tras la conquista de Fernando III a mediados del S. XIII. Diseñada inicialmente al estilo gótico, se levantó en la esquina sureste del antiguo recinto defensivo que cerraba la ciudad.

A finales de 1540 el cabildo encargó a Andrés de Vandelvira las trazas de un nuevo proyecto que tardaría 164 años en materializarse con la intervención de varios arquitectos: Alonso Barba, su discípulo, Juan de Aranda Salazar y Eufrasio López de Rojas.

La construcción de la Catedral renacentista, bajo la dirección de Andrés de Vandelvira, se iniciaría en un bloque formado por la sacristía, sala capitular, panteón de canónigos y capillas del crucero sur. En una segunda etapa, entre 1635 y 1654, el templo se extiende hacia el lado opuesto por la cabecera, bajo la dirección de Juan de Aranda Salazar hasta llegar al crucero.

A partir de 1667 será Eufrasio López de Rojas, quien inicia una nueva etapa constructiva: por los pies: la fachada principal. Abierta a la Plaza Santa María, aún, manteniendo un esquema clásico en consonancia con la estructura interior y con diseños renacentistas, la escala gigante de los órdenes, la sensualidad de los relieves y esculturas, hacen de ella una pieza retórica que confiere a todo el conjunto un verdadero valor monumental.

Finalmente a mediados del siglo XVIII, Ventura Rodríguez erigió el Sagrario con un diseño neoclásico en el que destaca su cúpula ovalada.

Planta

La planta de la Catedral de Jaén responde a un tipo de planta de salón solemne y elegante en sus proporciones. Las tres naves de que consta el templo aparecen divididas por pilares cruciformes corintios bastante separados, lo cual unido a la utilización de esbeltos arcos de medio punto de amplia luz y al empleo sistemático de bóvedas vaídas, sugieren una calma majestuosa producto de la sucesión de tramos, a modo de baldaquinos suspendidos, en vez de cómo pudiera pensarse, un sentido dinámico del espacio.

Galerías Altas

Toda la catedral puede recorrerse en el segundo piso merced a la amplitud del hueco de las capillas, el cual se mantuvo igualmente en los pies, tras la fachada, permitiendo de esta manera mostrar el “Santo Rostro” a los cuatro puntos cardinales. Sin embargo, desde los orígenes del templo renacentista se ha pensado en una mayor funcionalidad creando espaciosas dependencias, creadas con carácter civil para el cabildo, que se aproxima así al ideal de Templo de Salomón. Actualmente albergan los magníficos Archivo Capitular y Diocesano y Biblioteca.

Museo

El Museo se halla situado en la que fuera bóveda panteón de los canónigos y prebendados de la Catedral, bajo el piso de la sala capitular y de la sacristía. La pintura es el capítulo mejor representado en cuanto a la cantidad, alcanzando en algunos casos cotas de calidad sobresaliente, gracias sobre todo a Sebastián Martínez. Los cuadros están fechados entre finales del S. XV y el S XIX, aunque el periodo con mayor número de obras es el Barroco.

La escultura, al contrario que la pintura, es más pródiga en obras renacentistas que barrocas, en general de gran calidad y, en algunos casos, de gran interés para la historia del arte español, como el Cristo del Corpus, obra del primer cuarto del S. XVI, atribuida a Jacopo Florentino, por unos, y a Jerónimo Quijano, por otros; el San Lorenzo sobre las parrillas, de claro manierismo, evocador del arte de Berruguete, es la pieza cumbre de los años finales del S. XVI; y la talla barroca tiene mejor muestra en un San Juan de la Cruz, de tamaño natural y excelente policromía, en la línea de las grandes esculturas de santos de Cano y sus seguidores.

El Museo tiene una gran representación, en calidad y cantidad, de las denominadas injustamente artes menores, con obras realizadas en alabastro, coral, bronce, forja y orfebrería.

Friso Gótico

La fachada este de la Catedral de Jaén es uno de los escasos restos que se conservan de la primitiva catedral gótica. Esta parte se corresponde con el testero de la cabecera y está recorrido por un friso gótico flamígero del año 1500, interrumpido por un arco apuntado cegado. Esta cenefa ha sido descrita e interpretada en clave iconográfica: se representa a los judíos como un pueblo maldito que puede llegar a salvarse a través del bautismo y la fe católica. Las figuras fantásticas representadas en él forman parte de los jiennenses desde la Edad Moderna, prueba de ello es que la estrecha y corta calle conformada a espaldas de la catedral fue bautizada a nivel popular como Callejón de la Mona, cuyo nombre hace alusión a una de sus figuras talladas en piedra.

La Fachada Principal de la Catedral de Jaén

La fachada principal, realizada bajo la dirección de Eufrasio López de Rojas, a partir de 1667, destaca por la teatralidad en su profundo sentido barroco, con la puesta en escena de todo un muestrario iconográfico, casi todo él magníficamente esculpido por Pedro Roldán, sintetizador de significados universales de la Iglesia (Padres de la Iglesia, Evangelistas, San Pedro y San Pablo, la Asunción de la Virgen, etc.) y particulares devociones locales (San Fernando, Santa Catalina y, sobre todo, el Santo Rostro).

La monumentalidad de la fachada está reforzada por las dos torres gemelas, quizá los elementos de más tradición renacentista por su diseño y punto de apoyo para quienes defienden una persistencia de la idea vandelviriana en su origen.

El Coro

El coro, obra del discípulo de Churriguera, José Gallego, de longitud y altura excesiva para las dimensiones del templo y alzado exterior extravagante, es uno de los pocos elementos que alteran la reposada arquitectura renacentista. La sillería, iniciada a finales de la segunda década del Siglo XVI, está compuesta por 53 sillas bajas y 69 altas, para el cabildo eclesiástico y de la ciudad que ocupaba la sección de escaños corridos. Se perciben en el conjunto dos estilos: de un lado, los rasgos flamencos en el gusto por el naturalismo de escenas y figuras, atribuida al entallador de origen alemán Gutierre Gierero; de otro, una nítida concepción clasicista en las figuras y grutescos, visibles, sobre todo en la silla del prelado Suárez, atribuida a Juan López de Velasco, por unos, y a Jerónimo Quijano, por otros.

Dentro del coro destaca el monumental órgano, cuya caja barroca es obra de José García y de Manuel López (1780).

La Sacristía

Situada perpendicularmente a la sala capitular, estamos ante un espacio singular de este templo y también de la arquitectura española, sin duda, una de las más genuinas creaciones del Vandelvira de los últimos años. En ella emociona la potencia con que columnas y arcos articulan los pesados muros de un simple paralelogramo creando un tenso juego de robustez y ligereza.

La Sala Capitular o Capilla de San Pedro de Osma

Es una elegante sala, que forma parte del bloque inicial del nuevo templo, realizada con tal pureza en el manejo del lenguaje clásico que supone sin duda una de las más altas cotas del Renacimiento español.

La Cúpula

El arquitecto Juan de Aranda Salazar se encargará, entre 1635 y 1654, de alinear por completo el testero de la cabecera, iniciando así el ritmo progresivo de construcción hacia los pies, con gran fidelidad al proyecto renacentista heredado del siglo XVI, sólo altera en los aspectos decorativos de las bóvedas y, como más atrevida innovación de su cosecha, la cúpula del crucero, que destaca por su esbeltez y claridad.

Capillas Laterales y del Testero

Las capillas laterales comienzan a la altura del trascoro y todas, hasta llegar al crucero, tienen una sacristía perpendicular a su eje. Las del lado del Evangelio son: la de San José, la Virgen de la Correa, San Pedro Pascual, San Miguel, del Niño Jesús, la Inmaculada y San Eufrasio. El testero plano de la cabecera aparece compartiendo al interior en tres amplias capillas que de izquierda a derecha son: San Fernando; la del Santo Rostro, la más ancha y la de mayor riqueza ornamental arquitectónica, donde se conserva la tabla de la “Santa Faz”, y la de Santiago. La primera nave del lado de la Epístola, comenzando por la cabecera, es la de San Benito, seguida por las de Santa Teresa, la Virgen de las Angustias, la Virgen de los Dolores, San Miguel, San Jerónimo, San Sebastián y, por último, la del Cristo de la Buena Muerte.

El  Santo Rostro

Es una imagen de arraigada devoción popular en Jaén, que pretende ser, avalada por antiquísima tradición, uno de los dobleces del lienzo con que Santa Marcela –la popular Verónica- enjugó el rostro de Cristo, cuando abatido por el peso de la Cruz se encaminaba hacia el Calvario.

En la célebre crónica del siglo XV, “Hechos del Condestable don Miguel Lucas de Iranzo”, es donde por primera vez podemos encontrar con profusión referencias documentadas al Santo Rostro, su culto público y su fama entre el pueblo cristiano.

Existen tres versiones acerca de la existencia de la reliquia en Jaén, de las cuales la tercera es la que cobra más fuerza “San Eufrasio trajo a Jaén el Santo Rostro. Con motivo de la invasión musulmana, la reliquia fue escondida. Cuando Fernando III el Santo conquista Jaén en 1246, reaparece la reliquia, que San Fernando se lleva como protectora de su ejército a la conquista de Sevilla, donde habría de quedarse. El obispo don Nicolás de Biedma, al visitar la diócesis sevillana, con amplios poderes del Papa, recupera la reliquia del Santo Rostro, que devuelve a la Catedral de Jaén”.

Catedral de Jaén | Santa Iglesia Catedral de la Asunción de la Virgen | Patrimonio de la Humanidad

Fuente: Ayto. de Jaén


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