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Parques Naturales de Andalucía

Paisaje Protegido Corredor Verde del Guadiamar

Parques Naturales de Andalucía

Paisaje Protegido Corredor Verde del Guadiamar

Con 2.706,8 hectáreas, el Paisaje Protegido Corredor Verde del Guadiamar lo conforman los municipios sevillanos de Aznalcázar, Aznalcóllar, Benacazón, Huévar, Olivares, Sanlúcar la Mayor y Villamanrique de la Condesa.

El Río Guadiamar nace en el municipio sevillano de El Castillo de las Guardas, y es afluente del Guadalquivir por su margen derecha, uniéndose a éste en las marismas de Doñana.

Declarado Paisaje Protegido en el año 2003.

Otras figuras de protección que recaen en el espacio: Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y declarado como Zona Especial de Conservación (ZEC ES6180005 Corredor Ecológico del Río Guadiamar) en 2015; se encuentra incluido en el Inventario de Humedales de Andalucía (IHA) y en el Inventario Español de Zonas Húmedas (IEZH).

Patrimonio natural: el Guadiamar y sus afluentes drenan una extensa cuenca. Se trata de una suave depresión por la que fluye el agua cruzando una trama de paisajes mediterráneos diversos. Este enclave une el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche con el Espacio Natural de Doñana, penetrando a éste por el norte. El río  y sus exuberantes riberas dibujan un pasillo verde recorrido por los senderos de “Las Doblas” y “Vado del Quema”, ambos delimitados por sendas orillas del río Guadiamar. Los bosques de La Puebla del Río – Aznalcázar – Tornero diversifican este paisaje de ribera, transitando a través de pinares y dehesas respectivamente. En estos senderos, usted podrá pasar del tupido bosque de ribera, a las abiertas dehesas, o los extensos pinares, en pocos minutos. La diversidad de aves que cobija este territorio es destacada, sobre todo aves riparias, forestales y esteparias.

Patrimonio cultural: en la cuenca alta del río Guadiamar existen restos de minas y canteras. Este cauce, integrado en la denominada Franja Pirítica (que llega hasta Portugal) ha tenido por ello una contaminación histórica de sus aguas. Esta contaminación se convirtió en catástrofe cuanto la rotura de una presa que contenía aguas ácidas de la mina de Aznalcóllar, vertió seis millones de toneladas de lodos tóxicos a este río. A raíz de este acontecimiento se restauró el cauce y su llanura de inundación lo que ha provocado un cambio de uso de las orillas, antes dedicadas al cultivo de frutales y hoy destinadas al uso público. La reforestación realizada con especies autóctonas de ribera, pretende conformar un corredor verde haciendo de conector e intercambiador de especies entre la Sierra Morena y Doñana.

Recomendaciones para la visita: el Centro de Visitantes del Guadiamar, en Aznalcázar, es un excelente punto de partida para todos estos senderos. Los senderos del Guadiamar son accesibles a pie y en bicicleta, son cómodos y de escasa pendiente. Se desaconseja su realización en época de lluvias porque ciertos tramos se inundan. En verano, la fuerte insolación unida a la escasa sombra, sobre todo en los senderos “Las Doblas” y “Vado del Quema”, recomiendan protegerse del sol e ir hidratados. Se aconseja la visita en primavera y otoño, momentos del año con mayores posibilidades para la observación ornitológica.

Propuestas de actividades: El Centro de Visitantes del Guadiamar ofrece amplia información sobre el Paisaje Protegido Corredor Verde del Guadiamar, sus ecosistemas y sus aves. Asimismo, se pueden contratar servicios de visita guiada. El itinerario Botánico de Buitrago nos permitirá acercarnos a la flora de este río. Desde el aparcamiento de Las Doblas, es posible realizar un viaje en globo por el Guadiamar, única forma de ver el espectacular zigzagueo del río y sus meandros abandonados. En los pinares de Aznalcázar podrá observar multitud de aves forestales, siendo especialmente interesantes sus poblaciones de rapaces. Igualmente, éstas utilizan la Dehesa de Tornero en primavera como área de campeo y reproducción.

Entre trigales y olivos

Las zonas agrícolas del tramo medio del Guadiamar están dedicadas fundamentalmente al cultivo de cereales y olivar. Aunque la vegetación natural ha desaparecido de estos campos, no por ello carecen de una fauna interesante y diversa. Esta fauna está adaptada a vivir en grandes espacios abiertos y su comportamiento es más tolerante con la presencia humana. El tipo de aves en ambos cultivos se encuentra bien diferenciado, aún apreciándose un intenso trasiego en las zonas de contacto.

Estos campos de cereales, sobre todo trigo y avena, se siembran en invierno, siendo la recolección a principios de verano. Estas zonas agrícolas de secano son el hábitat preferente para la comunidad de aves esteparias. Entre estas destacan el Sisón Común, el Alcaraván Común, las Cogujadas Común y Montesina, la Alondra Común, el Triguero, la Calandria y la Terrera Común. Entre las rapaces diurnas, el Aguilucho Cenizo, con varias parejas nidificando en la zona y el Cernícalo Vulgar son las más frecuentes. Tarabillas comunes y alcaudones comunes nos acompañarán en nuestro itinerario.

Los olivares de esta zona se cultivan de manera intensiva, con riego localizado y suelos con nula cobertura vegetal. Sólo algunos presentan hierbas y matorral silvestre, produciéndose en éstos un aumento de su diversidad biológica. Entre las especies más frecuentes los Zorzales Comín, Alirrojo y Charlo, el Verdecillo, el Jilguero, el Alzacola, la Abubilla, el Alcaudón Real, el Estornino Negro y el Ruiseñor Común. Las rapaces nocturnas más frecuentes en el olivar son el Mochuelo Común y el Autillo.

El momento ideal para la observación de estas aves es durante la primavera y el verano, ya que la mayoría crían en estos parajes. Por esa misma razón, su mayor actividad se produce a primeras horas de la mañana.

Sendero del Guadiamar

Longitud: 72 km:
Duración: 4 días a pie recomendados
Grado de dificultad: Bajo

El itinerario que le proponemos discurre por un camino de uso público, casi paralelo al cauce principal del río, que tiene unos 72 km de longitud (con trazado en ambas márgenes del río). A lo largo del recorrido tendrá la oportunidad de salir de él a través de caminos transversales que le llevarán a las poblaciones cercanas.

En esta zona, el bosque de ribera es bastante denso. Además de su incuestionable valor estético, estos bosques albergan una gran diversidad biológica y juegan un papel muy importante en las reservas de agua. Podrá descubrir aquí aves como el carricero, el azulón o la gallineta. Los agujeros que ribetean los taludes del río son los refugios de los bulliciosos abejarucos. También es posible que vea milanos negros procedentes de los pinares de Aznalcázar-Puebla del Río.

Si decide realizar el recorrido hacia el norte, al final, divisará los vestigios de la intensa actividad minera reciente, y si se dirige hacia el sur el paisaje será similar al que se observa desde aquí.

A lo largo del itinerario le descubriremos algunos de los valores más sobresalientes de su patrimonio natural y cultural. Esto le permitirá disfrutarlo y comprenderlo mejor. Recuerde que va a atravesar un lugar para la vida y el trasiego de numerosos animales. Ya que usted no es el único protagonista del paseo, respete el sitio y todo en cuanto en él existe.

Puente Romano

En Aznalcázar se situaba el único puente sobre el río Guadiamar en el siglo XVI y fue verdaderamente relevante por las necesidades de comunicación a lo largo de la historia entre Hispalis (Sevilla) y Onuba (Huelva) y posteriormente con la presencia de la importante ciudad islámica de Niebla entre ellas.

En cuanto a la datación del puente existe constancia de que ya en 1472 y 1473 se necesitó llevar a cabo ciertas reparaciones, lo que evidencia que estamos ante una construcción muy anterior, al menos de la época de consolidación del dominio cristiano en estas tierras a mediados del siglo XIII, aunque es muy posible que ello supusiera una cierta pervivencia o continuidad de tan indispensable paso del río desde épocas muy anteriores que pudieran ser islámicas e incluso tardo romanas o propiamente romanas.

A partir de 1532 se llevaron a cabo unas importantes obras de reparación, como así se expone en un expediente que se eleva al Emperador Carlos V. Hundido parcialmente en 1821, aún quedan varios arcos visibles de los catorce que existían, siendo estos restos parte de obras de reparaciones representadas en un plano dechado en 1725.

El cauce de las aguas ya no pasa por estos huecos pues su curso fue desviado, para conseguir tierras de cultivo y hoy en día se encuentra dentro de los terrenos del Paisaje Protegido Corredor Verde del Guadalimar.

Fuente: Junta de Andalucía


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