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Parques Naturales de Andalucía

Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos

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Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos

El Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos, situado en el sector occidental de la provincia de Córdoba, pertenece al macizo de Sierra Morena, así denominado por el color oscuro de sus materiales, compuestos fundamentalmente por pizarras.

Sus montañas de relieves suaves están colonizadas por bosques de encinas. Entre su rica fauna destaca el lince, especie en peligro de extinción que presenta una distribución marginal, y representa un enclave natural de gran importancia donde es posible admirar paisajes serranos aún bien conservados en nuestra región.

La superficie de 60.032 ha. incluye parte de los términos municipales de Almodóvar del Río, Hornachuelos, Posadas, Villaviciosa de Córdoba y una pequeña franja de Córdoba capital.

El Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos aparece surcado en su mayor parte por la red hidrográfica del río Bembézar que drena gran parte de su área central y cuyo caudal se regula a través de los embalses de Bembézar y la presa de Derivación. El extremo oriental está recorrido por el río Guadiato mientras que el río Retortillo lo hace en el límite occidental. Ambos cauces son regulados por las presas denominadas Embalse del Retortillo y de la Breña.

La antigüedad de la sierra origina un relieve suave por la erosión padecida a través del tiempo, encontrando cimas de alturas comprendidas entre los 250 m y 725 m. Así, la mayor amplitud entre los dos puntos más distantes altitudinalmente apenas supera los 500 m. El relieve y la pobreza de sus suelos incapacita a estas tierras para el cultivo, resultando colonizadas principalmente por una vegetación mediterránea.

El elemento vegetal más abundante en el Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos es la encina que puede estar acompañada de alcornoques y quejigos en los sectores más húmedos, o bien por el acebuche cerca de la Vega del Guadalquivir. También se observan zonas adehesadas con pastizales bajo las encinas y alcornoques. Las zonas de monte bajo son asimismo muy frecuentes, desarrollándose en algunos casos sobre áreas que han resultado alteradas por el hombre y donde se encuentra preferentemente jaras. Otras superficies han sido colonizadas por especies nobles de matorral como el lentisco, arrayán, coscoja y madroño. En la mitad sur se localiza un enclave calizo donde se desarrollan el algarrobo, el palmito y el acebuche.

En los bordes de los ríos encontramos álamos, alisos y fresnos, así como hiedra y majuelo, especies propias de hábitats con altos niveles de humedad. Las aguas de estos cursos están colonizadas por elementos flotantes muy interesantes desde el punto de vista botánico como Ranunculus. Lemna, Potamogeton y Zannichellia.

La fauna del Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos se encuentra muy bien conservada pues el aprovechamiento tradicional forestal y cinético no ha supuesto alteraciones importantes. La excelente cobertura vegetal ha permitido el mantenimiento de una cuantiosa e interesante comunidad de vertebrados. En la actualidad la Sierra de Hornachuelos acoge la segunda colonia de buitre negro de Andalucía y tres colonias más de buitre leonado. Varios nidos de águilas real y perdicera se localizan en las grandes copas de los árboles ante la escasez de cortados del espacio. Asimismo se observa la presencia escasa, pero siempre interesante, de la amenazada cigüeña negra. Hasta 30 especies de mamíferos viven en el Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos destacando el casi extinguido lince ibérico, el meloncillo, el lobo, la nutria, junto a especies cinegéticas como el jabalí y el ciervo.

La mayor parte de la superficie del espacio se encuentra acotada para el recurso cinegético, siendo la caza del ciervo y del jabalí el principal aprovechamiento de la comarca. Existen además explotaciones pecuarias de porcino, vacuno y ovino, junto a la tradicional entresaca de corcho que se realiza cada nueve años. La riqueza florística ha posibilitado el desarrollo de la apicultura, práctica tradicional que está alcanzando un gran auge y que se abre a un nuevo mercado en la actualidad.

Las especialidades gastronómicas corresponden a los embutidos debido a la riqueza ganadera y cinegética. El afamado chorizo de venado es típico de la localidad de Hornachuelos.

Restos romanos cerca de Posadas, entre los que encontramos lápidas y mosaicos, y las Torres de Ochavo y Cabrilla de construcción árabe, nos indican los diferentes pobladores que han ocupado la zona.

La densidad de población de esta comarca es la más baja de toda la provincia; los escasos núcleos urbanos están muy repartidos y son de poca importancia, alcanzando los 23.455 habitantes en el entorno del espacio protegido.

El Alcornocal y el corcho

El alcornocal es una formación típica y exclusiva de la parte occidental de la cuenca mediterránea. Sus aprovechamientos son muy diversos, siendo el más importante la extracción del corcho. La explotación del alcornocal debe realizarse de forma ordenada, dividiendo la finca en varias zonas con un turno de extracción diferente. De esta forma se consigue una producción sostenida en el tiempo.

La saca o pela consiste en extraer de los alcornoques la corteza que los reviste. La época para el descorche es de Junio a Agosto, cuando es más fácil la separación de la capa madre del corcho o casca. Esta operación la realizan operarios especializados, los peladores o sacadores. A lo largo de la vida de un alcornoque, que suele llegar a los 200 años, pueden realizarse unas 15 sacas, siendo el turno de descorche de nueve años. Pero es sólo a partir de la tercera saca cuando se obtiene un corcho de la calidad suficiente para la producción de tapones, su principal producto.

El primer descorche del árbol llega hasta una altura que no suele sobrepasar los 1,3 metros, siendo la edad del alcornoque de unos 25 años. El corcho de este primer descorche se denomina bornizo. Es irregular, con grietas profundas y no apto para fabricar tapones, por lo que se suele triturar para la fabricación de aglomerados. En las siguientes pelas se irá subiendo progresivamente la altura de descorche.

En su trabajo, los peladores suelen utilizar un hacha y cuchillos afilados, con los que practican dos cortes circulares en la corteza del tronco, uno arriba y otro abajo, y uno o dos verticales. Completan después manualmente el desprendimiento de la corteza, evitando desgarrarla y tratando de no dañar la capa madre. Una vez extraído, es apilado y transportado fuera del monte por los arrieros, desde donde se cargará en camiones para su transporte a fábrica.

Calera de San Antonio

La Calera de San Antonio es un antiguo horno de cal, conocido por el nombre de calera o calerín, para los de menor tamaño. Se utilizaba para fabricar cal a partir de la piedra caliza, que abunda por esta zona de las inmediaciones del pueblo de Hornachuelos. Esta circunstancia hizo que se construyeran múltiples caleras por estos lugares, algunas de las cuales aún perduran, como ésta de San Antonio.

La calera se construía a partir de un agujero de alrededor de un metro de profundidad y hasta tres metros de diámetro, al borde del que se levantaba un muro de piedra troncocónico de entre dos y tres metros de altura y más de un metro de espesor. En el muro se dejaba un hueco, la «puerta», que permitía rellenar la calera de piedra y combustible.

El proceso de fabricación de la cal comenzaba con la colocación en el interior del horno de varias filas de roca caliza, de manera que las paredes interiores quedaban perfectamente recubiertas. Esta labor se denominaba «armar la calera». El hueco que quedaba tras la colocación de las piedras se rellenaba de jaras y aulagas, que eran utilizadas como combustible. Por último, en algunas ocasiones se recubría el exterior del horno con barro, lo que permitía aprovechar mejor el calor para favorecer la combustión.

El encendido de la calera se hacía a través de la «puerta». En función del tamaño del horno, podía arder hasta tres días con sus tres noches, durante los cuales el calero permanecía en las cercanías comprobando que la combustión discurría sin problemas. Cuando era necesario, rellenaba de combustible la calera o tapaba los huecos que se producían en el exterior.

Una vez finalizada la combustión y tras uno o dos días durante los que la piedra se enfriaba, ésta se extraía para transportarla en sacos (fanegas), habitualmente hasta las casas de los caleros donde era vendida. Los restos más pequeños de caliza calcinada eran «apagados» en la misma calera, almacenando el producto resultante en pequeños sacos que serían también vendidos, pero como cal de obra.

La cal era usada como elemento básico de importantes faenas de la vida cotidiana de las gentes de Hornachuelos, principalmente para encalar las viviendas y edificaciones, aunque también en construcción, utilizada junto a arena y agua en la fabricación de argamasa.

Senderos del Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos

Sendero del Águila
Sendero Botánico

Sendero Guadalora

Longitud del trazado: 6,4 km
Tipo: Lineal
Duración: 3 horas
Grado de dificultad: Medio

Este sendero le permitirá apreciar la gran diversidad paisajística y de formaciones forestales del Parque Natural. Así, en pocos metros se adentrará en el bosque de ribera del Guadalora, una de las mejores alisedas de la provincia de Córdoba. Acompañan al aliso centenarios almeces, olmos, fresnos y quejigos, además de una cohorte de arbustos, matorrales y herbáceas.

Antes de abandonar la compañía del Guadalora, se encontrará con las ruinas del Molino de la Paloma, ubicado en las cercanías del Descansadero-Abrevadero de la Vega del Negro, final de la colada del mismo nombre y que en parte coincide con el sendero. En el molino, que pertenecía a los monjes del Monasterio de San Basilio del Tardón (hoy San Calixto), se molía el trigo que se cultivaba por estos parajes.

¿Sabía usted que el precio que el agricultor pagaba al molinero era un porcentaje del grano molido, que se conocía con el nombre de “maquila” y que solía ser de cinco arrobas (casi 60 kg)?

El sendero se adentrará entonces en la ladera del Valle del Guadalora, zigzagueando por entre el monte de encinas y matorral forestal. Cuando finalice el ascenso, podrá contemplar una espectacular panorámica, donde la vegetación de ribera contrasta con el monte mediterráneo de las laderas; este contraste es especialmente llamativo en otoño e invierno.

Tras salir del valle y dejar atrás la Fuente del Conejo, atravesará olivares y cultivos de cereales entre los que crecen especies forestales típicamente mediterráneas: encina, lentisco, torvisco, matagallo, jaras, … Gran parte de este tramo coincide con el Camino de Torralba y con la vía pecuaria Cordel de las Herrerías. Finalmente atravesará el alcornocal de Santa Cruz, una magnífica zona adehesada que permite dos de los aprovechamientos principales de la Sierra de Hornachuelos: el corcho y la ganadería extensiva.

¿Sabía usted que el Parque Natural Sierra de Hornachuelos forma parte de la Reserva de la Biosfera “Dehesas de Sierra Morena”, declarada por la UNESCO?

El sendero finaliza junto al Área Recreativa Fuente del Valle, desde donde podrá regresar al Centro de Visitantes Huerta del Rey siguiendo el Sendero de las Herrerías.

Miradores del Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos

Mirador del Águila


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